La promesa de «ajustar a la casta» se ha revelado como una cruel falacia para los adultos mayores de Argentina, quienes hoy son la víctima más vulnerable y dolorosa de la política de superávit fiscal del gobierno de Javier Milei.
Lejos de ser protegidos, los jubilados se han convertido en la variable de ajuste sobre la que se descarga el peso de la crisis, empujando a uno de cada tres a vivir en condiciones de pobreza, una cifra que se disparó de forma alarmante desde el inicio de la gestión libertaria.
La «motosierra» se aplicó con una saña particular en los haberes previsionales, reduciendo drásticamente el poder adquisitivo de quienes aportaron toda su vida al sistema. Para millones de argentinos de la tercera edad, la jubilación apenas alcanza para subsistir quince días, obligándolos a reanudar el trabajo a edades avanzadas o a tomar la desgarradora decisión de elegir entre comprar los medicamentos esenciales para su salud o los alimentos para llenar un plato.
Esta cruda realidad es el resultado directo de una política que prioriza la contabilidad fiscal sobre la dignidad humana, ejemplificada en el veto presidencial a leyes que buscaban aliviar la situación previsional.
El cinismo oficial se manifiesta en la insistencia de que los jubilados son el grupo etario menos pobre, una afirmación que colisiona con el clamor de las calles y los datos socioeconómicos.
Ante este desamparo, los jubilados han alzado su voz en protestas semanales que, paradójicamente, han sido recibidas con una violencia de Estado inédita: los adultos mayores que exigen un plato de comida y medicamentos han sido reprimidos con desproporcionados operativos policiales, empujones y gas pimienta, demostrando la frialdad con la que el gobierno de La Libertad Avanza trata a sus mayores.
El grito de «emergencia alimentaria, sanitaria y habitacional» que resuena frente al Congreso es la acusación más grave contra un modelo económico que construye su éxito financiero sobre la miseria y la humillación de quienes, con su esfuerzo de toda una vida, merecerían un final de camino en paz y con dignidad.